sábado, 4 de mayo de 2013

¿Quién sino yo?... ¿Quién sino tú?






           Te escribía antes de conocerte, te describí casi a la perfección, te esperaba y percibía tu olor... Entre imágenes te vislumbraba, te pensé como un remitente de mil cartas que nunca pensé mandar, podía imaginarte como una figura frente al espejo, esa silueta que te delata, que te describe y te hace ser tú... Sólo tú, entre ideas te pensaba...
Jamás imaginé como serias en realidad, imagen anónima de un futuro incierto, fue amar con los ojos cerrados, probar sabores desconocidos y tan familiares a la vez, no te imaginaba así, no eras fantasía ni sueño ni pesadilla...
Eres como ese cuento que se escribe y se detiene, como un lienzo el blanco, como mil aromas a la vez, como mi imagen frente al espejo, quizá sea una ilusión...
Es el efecto de alguna extraña sustancia que se impregnó sin permiso y de una manera inexplicable en cada poro de mi piel.
Como un amanecer en la playa o un atardecer en la terraza de aquel tibio balcón... ¿eres real o te imagino?, ¿Vienes o vas? Tienes ese extraño poder de hacerme perder la voluntad convirtiéndome en alguien en quien nunca pensé ser, sintiendo cosas que no recordaba que podía sentir...
Vuelve la tibieza el sentido de permanencia, de pertenencia que me mantiene unida a ti a lo que eres y a lo que soy cuando estoy contigo... Pides permiso a tu empolvado y temeroso corazón para dejarme entrar, con tiento, con cuidado y cautela desconfiada con pasos lentos y firmes me dejas avanzar a veces tan rápido como tus distraídas emociones lo permiten y de repente paras... Cortas de tajo todo lazo, toda unión, frenas sin precaución y al hacerlo te lastimas temes volver a abrir viejas heridas que apenas sanan, que apenas cierran y que no cicatrizan, disfrutas de las emociones fuertes, levantas los brazos en la montaña rusa...
Me observas, te observas y te preguntas qué está pasando con temor a sentirte descubierta, expuesta...
Estamos en el mismo viaje, vamos en el mismo tren... Apenas sueltas las maletas, caminas, te detienes y miras detrás con dudas de irte o regresar... Cautelosa y cuidando lo poco que has construido dentro de ti...
¿Temor? Miedo de sentirte bien sin culpa... Miedo de abrir las alas y ver hasta donde puedes llegar sola conmigo o sin mí, contigo o sin ti y al final mis últimas palabras en la posdata de las cartas que te escribí decían algo así...
Quién sino yo, quién sino tú... Hasta donde el tiempo lo permita.