sábado, 22 de octubre de 2011

Invisible




Y cuando crees que ya nada más podía pasar sientes esa bocanada de aire en la nuca, inesperado, desorbitante, sorpresivo, cuando creíste que todo impulso yacía muerto, el corazón volvió a palpitar, nunca reviven las esperanzas, los muertos nunca se levantan… nunca el mismo fuego vuelve a arder, sólo es esa ola de recuerdos que se aproximan a ti aunque corras y corras logran alcanzarte atrapándote en una red hecha de hiedra, pica, carcome… lastima, quieres huir y corres, corres a prisa, veloz, agitada, furiosa, ansiosa, desesperada y cuando llegas al final del camino todo se vuelve grisáceo, oscuro… extraño, inhóspito.

Con el corazón empolvado y el baúl lleno de suspiros  continúas sin esperar nada sin obtener nada, te has prometido huir y no voltear para atrás con ese miedo de quedar atrapada en esos seductores instintos que te hacen querer regresar una y otra vez, con esa nueva extraña fuerza decides seguir, te sacudes las cenizas, sigues tu camino, deseando no haber vuelto jamás, de repente te detienes, dudas, tu corazón parece que va a estallar… piensas, lames tus heridas, ves las cicatrices, recuerdas las batallas, aquellas aguerridas y feroces batallas donde siempre salías victoriosa de repente recuerdas aquella última que casi te mata, paras, continúas y es entonces cuando volteas y está ahí amenazante, observando esperando a que pises en falso, observándote con esa mirada que ya conoces, sientes miedo, sigues pensando, dudas, vuelves a ver tus cicatrices y decides continuar caminas, corres, te desplazas lo más rápido que puedes esta vez sin volver la mirada atrás… crees que lo has conseguido, crees que estás segura, crees que jamás te encontrará.

Te escondes y refugias en territorios conocidos a sabiendas de que nunca se irá mientras tú no lo decidas, te preguntas y reafirmas, esta vez se ha ido, permanece latente… como un cáncer de olvido, la lepra del rencor acaba con él, mata los recuerdos y entierra las esperanzas, los pedazos de ser yacen por todo el piso, miras, tocas, sollozas, el dolor se extingue, la sensación de vacío te atrapa, el aire te falta, el corazón se detiene, las fuerzas se van, prefieres extinguirte que regresar, prefieres dejarte llevar por el hastío, te vuelves vapor, te deshaces en el aire, te vuelves invisible… simplemente te vas y no vuelves a estar más. 

viernes, 7 de octubre de 2011

El proceso de la desintoxicación amorosa, recesión emocional.



Toda ruptura, término, conclusión es un proceso difícil de atravesar, imposible de no vivir… específicamente cuando se habla de una relación amorosa, esa unión voluntaria entre dos personas que comparten cosas en común, que pasan tiempo juntas, que hacen de un yo un nosotros, que aprenden uno del otro, que se fusionan y permanecen juntas mientras lo que las mantiene unidas siga vivo, el amor, ese sentimiento típicamente irracional que permite ver la vida diferente, caminar entre nubes que produce extrañas sensaciones en el estómago y pecho principalmente.

Cuando toda esta embelesante situación termina por cualquiera que sea el motivo, el panorama se torna gris, cambian drásticamente las expectativas, el nosotros vuelve a ser yo, en el peor de los casos se pierde el rumbo y dirección… momentáneamente la vida se detiene y es necesario respirar hondo y tomar fuerzas para seguir caminando y volver a encontrar el camino transitado, hablar de separación de intereses que ya no son comunes presume cierta dificultad aparentemente imposible de superar en un abrir y cerrar de ojos, los recuerdos, las vivencias, las experiencias, los olores, los sabores, las sensaciones remontan a cada momento de esos “felices tiempos”…

Si bien es cierto que nada es para siempre y no todo dura una eternidad es importante rescatar cada momento que enseñó algo a quien tuvo la oportunidad de vivirlo, aquello que ayudó a ser grande a ser fuerte y en conclusión a ser mejor, las rupturas, separaciones y término de relaciones tiene un tiempo indefinido de asimilación dependiendo las condiciones en que esto se dé.

El proceso de duelo, necesario de vivir depende de cada persona, es imprescindible saber en qué momento decir adiós, gracias, hasta aquí. Resaltar los intereses personales que van por encima de la necesidad de compañía del miedo a la soledad, del temor a perder el confort  principalmente emocional, el miedo al cambio, el temor al dolor y al sufrimiento el volver a tener un nuevo “Sentido de Vida” (Logoterapia, Viktor Frankl) sólo y con amplias expectativas.

Al final del camino siempre habrá un buen escucha, una taza de café y muchas horas de catárticas pláticas, con el tiempo las sonrisas vuelven, los tonos grises desaparecen y se ha vuelto a caminar por la misma vereda llena de color, el miedo a volver a sentir de la misma manera se esfuma y el camino recorrido se agradece.
Las enseñanzas se adhieren inherentemente a cada quien, la personalidad evoluciona, se es más experimentado aunque no siempre más sabio, con el tiempo toda herida sana, toda herida se cura, todo amor pasado cicatriza y siempre se tiene la disponibilidad para volver a amar, no siempre es de inmediato, el tiempo sabia mente se toma el espacio necesario dejándonos listos para una nueva experiencia. Lo importante es no perder la fe… no dejar de creer, no en alguien más, sino en uno mismo.´

La irracionalidad emocional que se vive al enamorarse se repite una y otra vez a lo largo de la vida, de diferentes formas en diferentes manifestaciones… siempre estará ahí.
La identificación con otros y con uno mismo es un proceso de aprendizaje emocional, de adquisición de experiencias y de un cúmulo de sensaciones placenteras mismas que por malas que hayan sido en el pasado nadie se atreve a no repetir ese exquisito plato.

El vivir, el amar, el sentir, procesos propios de aquellos que se atreven a experimentarlo, ayer, hoy y siempre.